7.23.2013

2. Nadie dijo nunca que fuera fácil ser una princesa.


              Amistad ¿o más que eso?

 Miriam había sido la primera en hablar.
-¿No nos presentas a tu amigo?
-¿Eh? ¡Ah claro! Chicas, este es Víctor y Víctor, estas son Miriam y Hannah
-Encantado
Miriam le da dos besos y acto seguido lo hace Hannah también que aún no sabía de qué pero ese chico le sonaba bastante.
-¿Y qué hacéis aquí?
-No está Clemente asique hemos venido a haceros una visita y así presentároslo
-Y tú, Víctor, eres nuevo, ¿de dónde eres?
-De Andalucía
Hannah le quedó mirando fijamente sorprendida al creer en que ya sabía que conocía a ese chico de algo y, lo primero que sintió, fueron ganas de salir corriendo para meterse en el baño y encerrarse en sí misma, como llevaba haciendo desde  la última vez que habían hablado de algo importante.
Ese día, el profesor de gallego tampoco había venido a clase y ellos estuvieron hablando toda la hora, cuando tocó el timbre los cuatro salieron de clase y Hannah miró a Nacho.
-¿Qué tenéis ahora?
-Informática ¿y vosotras?
-Yo gimnasia y Miriam matemáticas
Mientras Miriam y Nacho hablaban, Víctor aprovechó para acompañar a Hannah un trozo del camino, la verdad es que congeniaban bastante bien, ella siempre lo había pensado pero el destino les había deparado otro futuro y, por el camino, se encontró con Pablo y Claudia, que eran amigos en común con Diego. Les miraron extrañados pero no dijeron nada, ya que sabían que Hannah no haría nada para engañar a Diego.     Llegaron al gimnasio
-Bueno, ya hemos llegado al zulo
-¿Al zulo?
Víctor y Hannah empezaron a reír, cualquiera pensaba que se conocían desde hacía una hora pero ambos sabían que eso era mentira aunque no lo mencionaron ninguno, para evitar malos rollos ni discusiones.
Víctor se fue en dirección al aula de informática y mientras tanto, Hannah se quedó quieta mirándole, sin saber muy bien por qué y maldiciéndose así misma por si volvería a cometer el mismo error. Cuando Víctor desapareció de su vista Hannah se dio cuenta de que llegaba tarde y entró corriendo en el vestuario de las chicas donde sólo quedaban Tatiana y Laís. Hannah se cambió de ropa y fue al gimnasio
-Por esta vez no os pondré retraso, pero tenéis que llegar más pronto a clase porque otro día tendré que ponéroslo y ya sabéis que eso significa…
Mientras la profesora de gimnasia repetía el discurso de perder la evaluación continua con las quince faltas Hannah estaba en su mundo, donde estaría en su clase ideal, con Diego junto a ella, pero de pronto ese sueño cambió y ella se situó en el aula de tecnología II donde estaban Nacho y Víctor en informática.
Al acabar la clase de gimnasia Hannah se apresuró a cambiarse y a salir del vestuario rápidamente, tocaba el recreo así que en vez de entrar en el edificio salió por la puerta del patio un poco decepcionada por no encontrar a Víctor aunque rápidamente tuvo que olvidarse de eso al ver que Diego, Pablo y Claudia estaban esperándola fuera.
 La verdad es que Claudia y Pablo tenían mucha suerte, llevaban tres años saliendo y se querían como el primer día, encima iban a la misma clase, cosa que Hannah y Diego no podían hacer.                 
Como siempre, Nacho, junto con Carlos y Víctor, les perseguían ya que Nacho se dedicaba a hacer el tonto hablando con ella pero esta vez Víctor estaba con ellos y cuando le vio se le iluminó la cara lo que le hizo a Diego fruncir el ceño. Hannah le miró de reojo así que le sonrió con dulzura y por un momento, Diego sonrió también.
Según pasaban tiempo juntos, Hannah cada vez estaba más confusa, sabía que quería a Diego, siempre lo había hecho pero le daba la sensación de que las cosas entre ellos estaban cambiando, pero no para bien.

Negó con la cabeza y se puso los cascos con la música a tope para quitar esos pensamientos. Ahí tumbada en la cama, sin maquillar y con una camiseta de pijama con un osito parecía la niña que una vez fue y, que en el fondo, seguía siendo.
Cuando Hannah se dio cuenta de que empezaba a recuperar lo que había querido olvidar cuando vio a Víctor, él le contó que tenía novia y que se sentía muy afortunado por tenerla, que nunca antes había sentido nada por nadie como lo sentía por su novia en esos momentos.

Un sábado por la mañana cuando se despertó estaba sola en casa, como todos los sábados. Se metió en el baño y se miró en el espejo, había pasado mala noche y se notaba en las ojeras y los ojos rojos de tanto llorar por las palabras que, la noche anterior, le había dicho Víctor.

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