Amistad ¿o más que eso?
-¿No
nos presentas a tu amigo?
-¿Eh?
¡Ah claro! Chicas, este es Víctor y Víctor, estas son Miriam y Hannah
-Encantado
Miriam
le da dos besos y acto seguido lo hace Hannah también que aún no sabía de qué
pero ese chico le sonaba bastante.
-¿Y
qué hacéis aquí?
-No
está Clemente asique hemos venido a haceros una visita y así presentároslo
-Y
tú, Víctor, eres nuevo, ¿de dónde eres?
-De
Andalucía
Hannah
le quedó mirando fijamente sorprendida al creer en que ya sabía que conocía a
ese chico de algo y, lo primero que sintió, fueron ganas de salir corriendo
para meterse en el baño y encerrarse en sí misma, como llevaba haciendo
desde la última vez que habían hablado
de algo importante.
Ese
día, el profesor de gallego tampoco había venido a clase y ellos estuvieron
hablando toda la hora, cuando tocó el timbre los cuatro salieron de clase y
Hannah miró a Nacho.
-¿Qué
tenéis ahora?
-Informática
¿y vosotras?
-Yo
gimnasia y Miriam matemáticas
Mientras
Miriam y Nacho hablaban, Víctor aprovechó para acompañar a Hannah un trozo del
camino, la verdad es que congeniaban bastante bien, ella siempre lo había
pensado pero el destino les había deparado otro futuro y, por el camino, se
encontró con Pablo y Claudia, que eran amigos en común con Diego. Les miraron
extrañados pero no dijeron nada, ya que sabían que Hannah no haría nada para
engañar a Diego. Llegaron al gimnasio
-Bueno,
ya hemos llegado al zulo
-¿Al
zulo?
Víctor
y Hannah empezaron a reír, cualquiera pensaba que se conocían desde hacía una
hora pero ambos sabían que eso era mentira aunque no lo mencionaron ninguno,
para evitar malos rollos ni discusiones.
Víctor
se fue en dirección al aula de informática y mientras tanto, Hannah se quedó
quieta mirándole, sin saber muy bien por qué y maldiciéndose así misma por si
volvería a cometer el mismo error. Cuando Víctor desapareció de su vista Hannah
se dio cuenta de que llegaba tarde y entró corriendo en el vestuario de las
chicas donde sólo quedaban Tatiana y Laís. Hannah se cambió de ropa y fue al
gimnasio
-Por
esta vez no os pondré retraso, pero tenéis que llegar más pronto a clase porque
otro día tendré que ponéroslo y ya sabéis que eso significa…
Mientras
la profesora de gimnasia repetía el discurso de perder la evaluación continua
con las quince faltas Hannah estaba en su mundo, donde estaría en su clase
ideal, con Diego junto a ella, pero de pronto ese sueño cambió y ella se situó
en el aula de tecnología II donde estaban Nacho y Víctor en informática.
Al
acabar la clase de gimnasia Hannah se apresuró a cambiarse y a salir del
vestuario rápidamente, tocaba el recreo así que en vez de entrar en el edificio
salió por la puerta del patio un poco decepcionada por no encontrar a Víctor
aunque rápidamente tuvo que olvidarse de eso al ver que Diego, Pablo y Claudia
estaban esperándola fuera.
La verdad es que Claudia y Pablo tenían mucha
suerte, llevaban tres años saliendo y se querían como el primer día, encima
iban a la misma clase, cosa que Hannah y Diego no podían hacer.
Como
siempre, Nacho, junto con Carlos y Víctor, les perseguían ya que Nacho se
dedicaba a hacer el tonto hablando con ella pero esta vez Víctor estaba con
ellos y cuando le vio se le iluminó la cara lo que le hizo a Diego fruncir el
ceño. Hannah le miró de reojo así que le sonrió con dulzura y por un momento,
Diego sonrió también.
Según
pasaban tiempo juntos, Hannah cada vez estaba más confusa, sabía que quería a
Diego, siempre lo había hecho pero le daba la sensación de que las cosas entre
ellos estaban cambiando, pero no para bien.
Negó
con la cabeza y se puso los cascos con la música a tope para quitar esos
pensamientos. Ahí tumbada en la cama, sin maquillar y con una camiseta de
pijama con un osito parecía la niña que una vez fue y, que en el fondo, seguía
siendo.
Cuando
Hannah se dio cuenta de que empezaba a recuperar lo que había querido olvidar
cuando vio a Víctor, él le contó que tenía novia y que se sentía muy afortunado
por tenerla, que nunca antes había sentido nada por nadie como lo sentía por su
novia en esos momentos.
Un
sábado por la mañana cuando se despertó estaba sola en casa, como todos los
sábados. Se metió en el baño y se miró en el espejo, había pasado mala noche y
se notaba en las ojeras y los ojos rojos de tanto llorar por las palabras que,
la noche anterior, le había dicho Víctor.
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