2.17.2014

Deseos peligrosos-Capítulo 4: Hora de verdades.

Capítulo 4: Hora de verdades

Busco una estrofa llena de verdad
Que grite al mundo todo es en balde
Mas encontrarla aun no he podido
Y el sin sentido me motiva al fraude...

                                                                 Almafuerte

Chrystal no sabía que debía esperar de esa chica pero, desde luego, no era eso. Vale que al ser una prostituta de Whitechapel no podría esperar gran cosa pero se imaginaba una excepción que confirmara la regla ya que le había robado el corazón a su primo pero allí sentada, en la habitación nº 13 de Miller’s Court con Mary enfrente, solo quería salir de ese deprimente sitio.
La chica era menuda aunque eso sí, bastante delgada. Llevaba el pelo rubio, no tanto como el de Chrystal pero si lo llevaba enmarañado y poco arreglado. El vestido era de un rosa pálido que no le favorecía mucho por su tono de piel y Chrystal, que nunca se había considerado pija, pensaba que muy mal habría que estar para ir con esas pintas.
-¿Y bien? ¿has acabado con el reconocimiento?
En ese momento Chrystal volvió a la realidad y se dio cuenta de que tanto ella como Sydney la estaban mirando.
-Eh…sí, perdona
-No pasa nada
-Bueno, como iba diciendo-Sydney retomó la conversación que estaban teniendo antes-Chrystal ha querido ayudarme a enfrentarme a mi padre y decírselo. Estoy muy preocupado porque pueda pasarte algo-en ese momento, él cogió a Mary de la mano y ella se apoyó en él; parecía una escena tan tierna pensó Chrystal. Pero igualmente había algo en esa prostituta que no acababa de gustarle. No sabía qué era pero había algo raro en ella y tenía miedo de que esa puta, porque no tenía otra denominación, se aprovechara de su primo.
-Oh ¿enserio? Pero Sydney sabes que tu padre nunca aceptará lo nuestro…
-Me da igual, además voy a tener la ayuda de Christal, ¿verdad?
-Sí, claro-Christal le sonrió a su primo, para inspirarle confianza a sabiendas de que su padre jamás se lo permitiría.
Mary le apretó la mano a Sydney con una amplia sonrisa mientras Christal les miraba.
-Bueno, decidme, ¿cómo os conocisteis? Sydney me contó una pequeña historia muy resumida, quiero conocer cómo nació ese amor.
Sydney se quedó callado, avergonzado parecía y Mary, después de suspirar, se decidió a contar la historia.

Era un día por la mañana cuando Sydney fue a casa de su primo Jared. Jared Pietsberg era un niño pijo, demasiado de su condición económica. Como siempre, uno de los criados le hizo pasar al comedor mientras esperaba a que su primo se levantara ya que aún dormía ¡y eso que eran más de las doce del mediodía! Con él no hay quien pudiera hacer cosas; siempre estaba durmiendo, comiendo o en los mejores burdeles de Londres. Es cierto que Sydney había ido con él en numerosas ocasiones pero a sus diecinueve años quería tener relaciones sexuales con alguien a quien quisiera y que le quisiera a él y no pagando, si no se casaba ya tendría tiempo de pagar cuando fuera más mayor.
Absorto en sus pensamientos, Sydney paseó la vista por el comedor. Era una sala bastante amplia con la gran mesa con un blanco mantel en el centro, las sillas estaban dispuestas enfrente de la mesa con una sola a la cabecera, a pesar de que había dos esquinas; sobre la mesa estaba dispuesto el desayuno para su primo: dos jarras, una con café y la otra con zumo de naranja, tostadas, mantequilla, tortitas, churro y chocolate junto al periódico de la mañana aunque de ahí, luego su primo no se comería ni la mitad, quizás una taza de café y media tostada. Odiaba eso, la cantidad de comida que desperdiciaba cuando había gente muriéndose de hambre, pero no podía decirle nada a Jared ya que en su casa pasaba igual. El resto de la sala era de la misma uniformidad que tenía la mesa, su tío era muy sobrio y a pesar de las batallas que había mantenido su mujer con él no había logrado decorar toda la casa como ella quería, sino mitad y mitad. Al mirar alrededor de la sala Sydney se percató de un cuadro que no había visto antes y se acercó a mirarlo. En el cuadro salía una chica rubia con el pelo ligeramente enmarañado, sus ojos eran de un azul bastante intenso aunque se veían apagados y su sonrisa era triste, como si tuviera que soportar la foto porque no le quedaba más remedio y llevaba un vestido verde claro que parecía muy desgastado. Sydney la miró fijamente, embelesado.
-Guapa, ¿verdad?
La voz irónica de su primo le sobresaltó y se giró para mirarle.
-¿Quién es?
-Una puta de Whitechapel-Jared se encogió de hombros mientras se acercaba a su primo-el otro día salí y vi ese cuadro en un mercadillo, el que lo vendía dijo que la chica se llama Mary Kelly, o algo así, quién sabe. Lo compré para fastidiar a mi padre, ya sabes como es y cuando se entere de que tiene el cuadro de una vulgar prostituta en el comedor de su casa le dará algo-Jared rió aunque Sydney solo miraba a la chica.
Cuando se despidió de su primo en vez de dirigirse a su casa fue a Whitechapel. El barrio no era un lugar nada aconsejable para la gente de su clase y anduvo por una calle mirando a los lados de vez en cuando hasta que se dio cuenta de que así no la encontraría nunca, por lo que decidió entrar en un bar y preguntar.
El bar más que un bar parecía un antro, estaba muy oscuro y había un montón de hombres que parecían camioneros y mujeres muy escasas de ropa. Sydney se sentó en un taburete de la barra de un bar y pidió un whiskey, lo que sorprendió al camarero ya que en todo el tiempo que llevaba trabajando allí, solo un par de personas había podido permitirse pagar eso.
Una mujer morena con el pelo demasiado liso se acerco a Sydney y se sentó a su lado, bien pegada a él.
-Me invitas a una copa, ¿guapo?
Sydney la miró un momento dubitativo pero accedió.
-Claro, si me hace un favor.
-De acuerdo, cobro 50 libras la hora.
-¡Oh! ¡no! No me refería a eso señorita.Verá, estoy buscando a una mujer, se llama Marie Kelly, mi primo dijo que podría encontrarla por aquí cerca.
-Oh si, la pequeña Mery, hace muy poco que llegó pero como parece tan dulce nos está quitando el trabajo ha todas. Está allí-La mujer señaló a unos asientos cerca de una ventana-y si Mery te da la patada pregunta por Elizabeth.
Ella sonrió, Sydney pagó las dos copas y se acercó al lugar donde Elizabeth le había dicho que estaba Marie.

-Y fue ahí donde os enamorasteis ¿no?
-Oh no querida-Marie rió-ni mucho menos, las historias de amor no son tan sencillas, quizás sí sea así en tu mundo, pero no en el mío. En mi mundo no te enamoras de la primera persona que te busca, aunque sea un tan apuesto como tu primo.
-¿Ah no? Entonces ¿cómo te enamoraste de él?
-Christal, ¿tus padres son tan cotillas como tú?
-Querido deja tranquila a tu prima; si no quieres contarle la historia, ya sigo haciéndolo yo.

Sydney miró a la chica que tenía la cabeza vuelta hacia el cristal.
-Perdona, ¿puedo sentarme?
La chica le miró y asintió con un suspiro, acababa de dejar a un cliente y ya había aparecido otro, no la dejaban descansar. Encima el chico no paraba de mirarla, debía estar muy necesitado.
-¿Eres Marie Kelly?
-Ajá-Marie volvió a mirar por la ventana con aire distraído hasta que se dio cuenta de que no debía tratar así a sus clientes, que David y ella vivían de eso, por lo que volvió a mirar al chico que no había dejado de observarla-¿Qué quieres?
A ti, fue lo primero que Sydney había pensado, pero él sabía que no debía decirle eso, que lo mejor sería que hiciera el papel de querer sus servicios y conseguir enamorarla poco a poco.
-Me han hablado bien de ti, así que tenía curiosidad.
-Lo siento, pero hoy no puede ser, he trabajado demasiado ya y empieza a oscurecer.
-Puedo pagarte el doble de lo que cobres.
¿El doble de lo que cobraba? Ese chico estaba loco, ella era la que más cobraba de todas las chicas de ahí y ninguno de sus clientes podía permitirse pagarle más.
-Cobro 100 libras la hora.
-No me importa, el dinero no es un problema. Puedo permitírmelo.
Fue en ese momento cuando Marie se fijó bien en el chico: iba bien vestido y arreglado, la ropa era cara por lo que debía tener dinero.
-Muy bien, sígueme.
Marie se levantó y salieron juntos del bar hasta un callejón.
-Ven aquí.
La chica le bajó los pantalones a Sydney y se levantó la falda del vestido.
-Ya está dentro del todo.
Sydney sabía que no era verdad, había tenido experiencias suficientes como para saber que no era así, pero no le importaba, porque estaba con ella.

-Es tarde
La voz de Sydney interrumpió rápidamente el resto de la historia de Marie.
-Christal y yo tenemos que irnos.
Le dio un rápido beso y se levanto, Christal suspiró y se levantó también acercándose a Marie.
-Ya acabarás de contarme otro día la historia.
Susurró y le dio dos besos a la chica.
Sydney y ella salieron del apartamento y anduvieron de camino a casa en un gran silencio hasta que fue Christal quien decidió romperlo.
-¿Por qué te has enfadado?
-Porque es mi historia de amor y es algo íntimo ¿por qué demonios has tenido que preguntarle?-Sydney había empezado a subir la voz y un par de transeúntes se habían quedado parados observándoles-¡¿Tan vacía está tu vida que necesitas conocer la vida de los demás?! ¡Búscate un novio y deja de meterte en la vida amorosa de la gente!
Esas palabras le hicieron daño, mucho y agachó la cabeza.
-No hables de lo que no sabes Sydney
-¿Acaso tienes novio? Dudo que alguien te aguante.
Christal se limpió rápidamente un par de lágrimas con el dorso de la mano y echó a correr en dirección contraria a la casa para alejarse de allí.
                                          ********
Cuando Sydney volvió a casa Dorotha le miró preocupada
-Señorito Sydney ¿y la señorita Christal?
-No lo sé, discutimos y se fue corriendo.
-¡¿Cómo?! ¿Qué ha pasado?
-Me cabreó y le dije que se buscara novio y me dejara
En ese momento, Dorotha palideció y empezó a llamar rápidamente a Andrew. Sydney la miraba asustado.
-¿Qué ocurre?
Andrew apareció corriendo y Dorotha le explicó la situación.
-Hay que encontrarla antes de que sea demasiado tarde.
-¿Alguien me va a explicar qué diablos ocurre?
Dorotha pareció dudar un momento, pero Andrew la insto a que se lo contara.
-Andrew, vete a buscarla, corre. Yo le contaré lo que ocurre a Sydney.
Andrew salió de la casa y Dorotha acompañó a Sydney al salón, cuando se sentaron en el sofá, Dorotha suspiró.
-Verás Sydney, Christal no es una chica de 16 años normal, ella tiene algo…aun no sabemos qué es, pero no es bueno. No se debe enfadarla, creo que ya apreciaste una vez lo que pasa cuando se enfada verdaderamente y lo que has dicho hoy es…muy doloroso para ella porque ella una vez se enamoró locamente de un chico, se llamaba Dan, pero un día que había quedado y él no apareció.Al cabo de unas semanas apareció chamuscado su cadaver. Hubo una gran polémica en New Heaven y ese fue uno de los motivos por los que su madre decidió mandarla aquí. Nadie sabe qué pasa, pero cuando Christal se enamora ocurren cosas raras, hace años un niño que le gustaba desapareció un aún no se sabe nada de él. Por eso le ha dolido tanto que le hayas dicho eso, nadie sabe que ocurre con ella pero estamos todos muy preocupados.
Sydney se quedó en silencio unos minutos, sin saber que decir.
-Yo…no sabía nada…aquél día que se enfadó vi como sus ojos se volvían de un negro penetrante, daba miedo.
Dorotha asintió.
-Sí, aun no podemos saber que significa eso pero nos da miedo que a la larga acabe desencadenado en algo que sea peligroso esta vez para ella, por eso sus padres tampoco le dejan instaurar relaciones de amistad con mucha gente, por si acaso y nosotros vinimos aquí para vigilarla y protegerla-Dorotha suspiró-Sydney, nadie sabe esto. Por favor, no se lo cuentes a nadie; podría ser peligroso para ella.


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